El colapso de nuestra civilización es un hecho, un proceso del que ya podemos ver algunos síntomas y que, previsiblemente, en los próximos 30 ó 40 años, de la mano de la crisis energética y el cambio climático, habrá puesto sobre el tablero sus consecuencias más duras e imprevisibles.
En este contexto, es fundamental que los partidos políticos de izquierda y los movimientos sociales abordemos las reflexiones que nos permitan articular respuestas sociales y ambientales coherentes con este fantasma que recorre
nuestra civilización.